La prueba era muy fiable
Cuando la prueba confirmó que Karen estaba embarazada de cuatro meses, la sorpresa y la confusión se apoderaron de ella. Reconoció que había notado un aumento en su tamaño, pero lo había atribuido a su reciente jubilación. Pensó que el aumento de peso se debía a su nueva rutina en casa, donde pasaba la mayor parte del tiempo relajándose y disfrutando de buena comida. Nunca se le pasó por la mente que pudiera estar esperando un bebé a su edad. Ahora, enfrentando esta nueva realidad, se mezclaban sentimientos encontrados: desde la alegría y la emoción hasta el temor y la incertidumbre. La vida había tomado un giro inesperado y Karen se encontraba ante un camino desconocido, enfrentando desafíos únicos en esta etapa tardía de su vida.

La prueba era muy fiable
Ese embarazo no era común
No era del todo imposible que los misterios de la vida concedieran a una mujer como Karen, de 66 años, el don de la maternidad, aunque desde luego resultaba poco común. Cuando los médicos recibieron con sobresalto la noticia que trajo consigo un viento de cambio, se esforzaron por desviar sus pensamientos hacia nuevos horizontes. Todos sus cuidados y atenciones se centraron en ella, como si los hilos del destino la hubieran elegido para una misión trascendental, velando con esmero tanto por la salud de la valiente madre como por la del futuro ser que crecía dentro de su ser. El hospital se llenó de un aura de esperanza, la curiosidad impregnó el aire y la incertidumbre tejió su danza entre las sombras del futuro prometedor.

Ese embarazo no era común