Un invitado retraído
Durante la cena, Evan parecía distante aunque se sentara cerca de nosotros. Apenas tocaba su comida y daba respuestas breves y silenciosas cuando se le preguntaba. “¿Cómo te trata el trabajo? Preguntó mamá con suavidad. “Bien”, respondió en voz baja, sin ofrecer más. Nuestros esfuerzos por conectar sólo conseguían que el silencio se hiciera más pesado. Era doloroso verle así: rodeado de su familia, pero pareciendo tan solo. Su sonrisa cansada no le llegaba a los ojos, lo que revelaba el peso que seguía pesando sobre su corazón.

Un invitado retraído
El zumbido del teléfono suscita preocupación
Durante la cena, el teléfono de Evan zumbaba silenciosamente en su bolsillo, y cada vibración alejaba más su atención de nosotros. Al darme cuenta de su distracción, le pregunté: “¿Va todo bien?” Miró brevemente la pantalla y se limitó a decir: “Sí, sólo cosas del trabajo” Pero sus constantes comprobaciones no hicieron más que alimentar mi preocupación y mi curiosidad: ¿quién o qué necesitaba tanta atención? No era propio de él ser tan distante; normalmente estaba totalmente presente con nosotros.

El zumbido del teléfono suscita preocupación