Invitar a Evan a hablar
Decidida a acortar la distancia cada vez mayor que nos separaba, me puse en contacto con Evan para hablar de corazón a corazón, preguntándole casualmente: “Oye, ¿quieres tomar un café algún día?” Tras una breve pausa, aceptó, y me aferré a la esperanza de que ese encuentro fuera mi oportunidad de conectar de verdad y comprender lo que estaba pasando. Elegimos nuestra cafetería favorita -la llena de recuerdos y risas de días mejores- como escenario de nuestra conversación.

Invitar a Evan a hablar
Un encuentro en un café reservado
Cuando nos conocimos, Evan parecía distante, una sombra del hermano que una vez conocí. No dejaba de mirar por la ventana y removía distraídamente su café en vez de bebérselo. Cuando le pregunté cómo le iba, apartó la mirada y murmuró algo sobre que estaba ocupado. Me sentí como si intentara descifrar un código, buscando una forma de entrar en su mente reservada. Su silencio pesaba mucho entre nosotros, y cada pregunta sin respuesta no hacía sino ahondar la creciente brecha.

Una reunión en un café reservado