Antes de la tormenta, calma
El camionero permaneció imperturbable, rellenando metódicamente su depósito como si los insultos no fueran más que ruido de fondo. Se movía con suavidad y práctica, sin que le afectara en absoluto el ataque verbal. Resultaba casi espeluznante la forma en que se desenvolvía con tanta soltura, sin un solo respingo ni parpadeo de irritación. Se limitó a manejar el surtidor de combustible con tranquila confianza, sin vacilar en ningún momento en su firme sonrisa. La multitud observaba, desconcertada, con una gran tensión en el aire. Fuera lo que fuese lo que iba a ocurrir, parecía que todos conteníamos la respiración, esperando a que llegara el momento.

Antes de la tormenta, calma
Cuestionarse el Por Qué
“¿Por qué está ahí parado?” Le susurré a Bill, con la curiosidad encendida. No encajaba en el guión habitual del tipo duro: ni pelea, ni respuesta. Bill se encogió de hombros, mientras seguía observando la escena. “El hombre tiene sus razones”, dijo, sin ofrecer nada más. Mientras tanto, el camionero se limitó a sonreír, imperturbable ante las mezquinas palabras que le lanzaban. Había algo en su confianza, algo que aún no podíamos comprender, pero una cosa estaba clara: tenía la sartén por el mango de una forma que no entendíamos.

Cuestionarse el porqué